Si
quien lee pensó que es al menos el resultado de un congreso mundial
científico, se equivoca. El que “estableció” los misterios es, en
realidad, Michael Brooks -no citado en Clarín- en su “trabajo”
(artículo, bah), del 19/3/05, titulado 13 things that do not make sense). (“13 cosas que no tienen sentido”).
¡EPA!
El primer subtítulo del
correspondiente misterio ya atrae la atención del escéptico: “Acaso un
mensaje extraterrestre”. El párrafo habla sobre la señal Wow (en
castellano sería señal ¡Epa!) recibida por un astrónomo en 1977 (“wow!”
es lo que anotó el astrónomo sobre la hoja de impresión de los
resultados del telescopio). Lo extraño sería que el pulso de radiación
estaba confinado a un estrecho rango de frecuencia de radio de
alrededor de 1420 megahertz. Como este espectro de transmisión está
prohibido internacionalmente y no corresponde a fuentes de radiación
naturales, no se sabe con certeza su procedencia.
El
parágrafo de Clarín termina así: “Todavía hoy nadie puede dar una
explicación acerca de qué o quién lo emitió. Algunos piensan que se
trató de una auténtica señal de una civilización extraterrestre con un
transmisor de gran potencia. Otros, más escépticos, creen que fue
provocada por un acontecimiento astronómico de enorme potencia.”
El parágrafo de New Scientist
termina así: “Otros piensan que debe haber una explicación mundana. Dan
Wertheimer, científico jefe del proyecto SETI@home, dice que la señal
Wow era casi con seguridad ruido: interferencia de radio-frecuencia de
transmisiones desde la propia Tierra. ‘Hemos visto muchas señales como
esta, y estos tipos de señales siempre han resultado ser
interferencia,’ dice. El debate continúa.”
En la adaptación de Clarín, ¿Dan habrá sido abducido por los extraterrestres que enviaron la señal?
AGUA MINERAL “FUNES”
Pero
ahora viene el plato fuerte. Otro misterio que se analiza son los
resultados del experimento del 2003 con disolución histamina de la
farmacóloga Madeleine Ennis, de la Universidad Queen de Belfast, y
tiene que ver con nuestra vieja enemiga: la homeopatía, la más exitosa
de las pseudociencias, tanto por su inserción en la sociedad, como por
su escala industrial.
Pero ya que usted, lector o lectora, parece tener algo de tiempo, comencemos esta historia desde el principio.
En 1988 se publicó en la revista Nature un paper
del Dr. Jaques Benveniste, un muy reconocido investigador francés,
afirmando que había logrado evidencia científica de la “memoria del
agua”.
El principio fundamental de la
homeopatía es que lo similar cura lo similar. Una intoxicación, por
caso, podría ser curada por la misma sustancia tóxica causante de la
enfermedad. Pero es claro que esa sustancia tóxica deberá ser
administrada en mínimas cantidades.
Por
ejemplo, si usted se emborracha con caña, lo mejor que puede hacer a la
mañana siguiente para que se le pase la resaca, es beber esa misma
caña, sólo que diluida en agua. ¿En qué proporción? Bueno, puede
comenzar con 1 parte de caña en 99 partes de agua, y tendría una
solución 1C. No se detenga y repita la operación: 1 parte de solución
1C en 99 partes de agua. Habrá obtenido una solución 2C. Puede llegar
hasta 30C, lo que mueve a preguntar cuántas moléculas de caña nos
quedaría. Muy pocas, seguramente, o incluso ninguna. En 12C, por
ejemplo, la relación es de una gota de caña en todo el océano Atlántico.
Entonces,
¿cómo una solución 30C, digamos, puede tener algún efecto? Porque el
agua se acuerda, dicen los homeópatas, tiene memoria, como el Funes de
Borges, y retiene de alguna manera inverosímil, las capacidades de, en
este caso, la caña.
Claro que Benveniste no
utilizó caña en sus experimentos, sino antisuero anti-IgE, el cual aun
disuelto, transformado en “agua homeopática”, podía, según él, activar
a los basófilos (células de la sangre involucradas en las alergias,
especialidad de Benveniste) para que liberaran de sus citoplasmas los
gránulos de histamina, una sustancia que provoca los síntomas
alérgicos. Para identificar a los basófilos no activados, se agrega un
colorante que los torna azules.
Pero el editor de Nature,
Sir John Maddock, en vista de la afirmación extraordinaria de
Benveniste, que de ser cierta contradeciría las leyes de la química, le
puso una condición para publicar sus pretendidos resultados: que le
permitiera visitar su laboratorio, junto con dos observadores
imparciales y que reprodujera sus experimentos frente a ellos.
Benveniste aceptó.
Maddock convocó, entonces, a
Walter Stewart, científico y refutador de embustes, y nuestro conocido
James Randi, mago y súper refutador de embustes.
La
prueba se llevó a cabo en julio de 1988. El primer intento fue un éxito
para Benveniste. Pero luego Maddock pidió que se rehicieran los
experimentos, pero esta vez sin que Benveniste ni sus ayudantes
supieran cuáles tubos de ensayo contenían agua normal y cuáles agua
homeopática.
Randi y Stewart sellaron las
ventanas del laboratorio y pegaron al techo el trozo de papel en el que
estaban anotados las claves de identificación de los tubos. Esto no le
gustó nada a Benveniste y menos todavía que Randi hiciera trucos de
magia para “alivianar la atmósfera”, según sus palabras.
Esta vez la experiencia falló. Las botellas de champagne
de dos litros destinadas al festejo sirvieron para consolar las penas
de Benveniste, quien, luego de que Maddock calificara sus afirmaciones
de pseudocientíficas, perdió toda su reputación como investigador.
Benveniste sólo pudo atinar a acusar a los miembros del equipo de
cazadores de brujas y McCarthystas.
Pasaron los años y en abril de 1999, en la revista Inflammation Research apareció una investigación de Madeleine Ennis y otros (entre ellos, P. Belon, de los laboratorios del grupo Boiron,
especializado en homeopatía), en la que se daba cuenta de un
experimento similar al de Benveniste, salvo que lo que se diluyó fue la
histamina, en vez del anticuerpo anti-IgE.
Ennis
se declara escéptica, pero afirma que al ser desafiada por un francés a
que probara ella misma la memoria del agua, aceptó el reto y puso a
prueba el aserto.
Según el Dr. Peter Fisher, en un artículo aparecido originalmente en The British Homeopathic Journal ( ¿El fin del affaire Benveniste?), los resultados fueron alentadores: “La presentación de este paper fue de bajo perfil, quizá no extrañamente, en vista de la controversia precedente, y el paper de Benveniste de Nature
ni siquiera fue citado. Los autores comentan que están desarrollando
este trabajo, utilizando un método automático (citometría de flujo).
Claramente es necesaria mayor investigación, pero parece que el affaire Benveniste todavía puede tener un final feliz.”
Pero Fisher no contaba con los periodistas del programa Horizon,
de la BBC, quienes decidieron embolsarse el millón de dólares de Randi.
Ya que por primera vez en la historia del programa, Horizon se decidía
a llevar a cabo su propio experimento científico, ¿por qué no probar
suerte y desafiar a Randi a que podrían reproducir el ensayo de Ennis
(y sus conclusiones, claro)?
El 26 de noviembre
de 2002 se emitieron los resultados del experimento supervisado por
Randi y por John Enderby, vicepresidente de la Royal Society, venerable
institución científica. Los análisis por citometría de flujo se
realizaron en dos laboratorios independientemente. Resultado: negativo;
falla total. Randi siguió en poder de su milloncito.
Eso fue en noviembre. En diciembre de 2002 la “escéptica” Ennis presentaba otra vez a Inflammation Research un nuevo paper
en busca del ansiado final feliz, que se publicó el año siguiente y
esta vez la conclusión fue todavía más alentadora que la vez anterior:
“En 3 diferentes tipos de experimentos, se ha mostrado que altas
diluciones de histamina pueden de verdad ejercer un efecto en la
actividad de los basófilos. Esta actividad, observada por medio del
teñido de los basófilos con azul cian, fue confirmada con la citometría
de flujo. La inhibición por histamina fue revertida con anti-H2 y no
fue observada con histidina, siendo estos resultados a favor de la
especificidad de este efecto. Sin embargo, no podemos explicar nuestros
descubrimientos y los damos a conocer para alentar a otros a investigar
este fenómeno.”
Este es el estudio que New Scientist, y a su vez Clarín, citan. ¿Alguien tendrá que desafiar de nuevo a Randi? Tal vez no valga la pena; al mes siguiente podría aparecer otro paper.
Nota: el Dr. Jaques Benveniste, nos cuenta el Dr. Fisher, investiga en su empresa Digibio
lo que él llama Biología Digital: la grabación y retransmisión de
señales biológicas específicas. Él afirma que puede grabar
electromagnéticamente estas señales y luego ejecutar la señal con una
tarjeta de sonido de PC hacia biosistemas sensibilizados, imitando el
efecto de la molécula original.
CONCLUSIÓN
Lo mejor del artículo de Clarín es que fue publicado en “Sociedad”, y no en “Ciencia”.
E.M.A. – 20/4/05
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