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Cronologia de la gripe aviar PDF Imprimir E-mail
Escrito por Mario Lozano   
20.10.2005


En mayo de 1997 un niño de tres años ingresó a un Hospital de Hong Kong con una enfermedad respiratoria grave y fiebre elevada y falleció a los pocos días. Tres laboratorios de la Organización Mundial de la Salud identificaron al virus H5N1 como la causa de la enfermedad. Poco tiempo después el mismo tipo de virus fue aislado de cientos de gallinas que habían muerto en un mercado de Hong Kong y en 17 personas, de las que murieron cuatro.

 
En menos de 24 horas el gobierno de Hong Kong eliminó el stock completo de 1,2 millones de pollos que había en 200 granjas y en más de mil puestos de ventas. En el 2003 este mismo virus mató a unas 60 personas más en Asia y en 2005 apareció en Turquía, en Rumania y ahora en Grecia, transportado probablemente por aves migratorias. Si bien hasta ahora el virus H5N1 se ha transmitido sólo a los humanos que viven en íntimo contacto con las aves infectadas, los científicos temen que pueda mutar y comenzar a contagiarse entre nosotros, lo que provocaría una nueva pandemia y, se calcula, la muerte de hasta 150 millones de personas en todo el mundo.

En 1918 terminaba la primera guerra europea de características globales. Fue uno de los peores conflictos que tuvieron que soportar los ciudadanos civiles de cualquier bando, con casi 9 millones de personas muertas o desaparecidas. Poco antes de que los conflictos llegaran a su fin, se desencadenó una epidemia de gripe de singular dureza y se diseminó mucho más rápido que la guerra en los cinco continentes. La gripe española, tal como se la conoció, fue el peor y más terrible desastre biológico que padeció la humanidad. De hecho, unos 20 millones de personas de todo el mundo (sobre todo ancianos, niños y personas mal nutridas) murieron durante los dos inviernos en los que permaneció la epidemia. El virus que la produjo era más letal que sus predecesores y, además, las personas carecían por completo de defensas inmunes en su contra.

Sus orígenes documentados se remiten a la Italia Siglo XV, donde fue descripta por primera vez. Los médicos de la época creían que la enfermedad era producida por una influencia maligna y sobrenatural. Por eso recibió el nombre de “Influenza” que se conservó en el tiempo.

La enfermedad tiene dos propiedades que la hacen particularmente peligrosa: primero, es muy fácil de transmitir entre personas, ya que infecta los pulmones y cuando las células infectadas estallan el virus puede escapar en las pequeñas gotas que se escapan al hablar, al respirar, al toser o estornudar; segundo, tiene una alta capacidad para la mutación o recombinación genética, lo que le confiere la capacidad de generar nuevas variantes que escapan a nuestras defensas inmunes.

Al virus de la gripe lo caracterizan dos antígenos (moléculas que pueden ser detectadas por nuestros anticuerpos), uno denominado H (por hemaglutinina) y el otro N (por neuraminidasa). Hay por lo menos 15 tipos diferentes de antígeno H y 9 del N. Un sencillo cálculo determina que combinando todos los antígenos H y N posibles se podrían obtener 145 tipos diferentes de virus de la gripe. La pandemia de gripe de 1918 fue producida por el virus de influenza de tipo H1N1. Esta cepa fue atenuando su virulencia hasta que desapareció en 1957, cuando surgió la variante H2N2, que generó una nueva pandemia. En 1968 esta variante viral fue desplazada por la H2N3 y finalmente, en 1977, unos 20 años después de su desaparición, reapareció la variante H1N1.


Todos los caminos conducen a China

Todas las pandemias del siglo XX comenzaron en el extremo Oriente, en la región del sudeste de China. Además, se descubrió que todas las variantes posibles de virus de la gripe podían ser encontradas entre aves de corral, como patos o gansos, a los que afecta en el tracto digestivo generalmente como una enfermedad benigna. Estos animales liberan continuamente distintas variantes del virus al ambiente que termina concentrándose en regiones de aguas estancadas. Por eso se los culpó de ser el principal transmisor de la enfermedad a los humanos. Pero, en apariencia, los virus de las aves no infectan directamente a las personas.

En el sudeste asiático existe una práctica muy extendida y redituable entre los campesinos que trabajan en “granjas integradas” para cultivar granos. Con el excedente de la producción se alimenta a los cerdos y los patos y luego se fertiliza a los peces de lagunas o piletones con sus heces. Esta eficiente metodología de producción genera todas las condiciones para la emergencia de nuevas variantes del virus influenza, que no infectan a los humanos pero sí a los cerdos. Estos funcionan entonces como verdaderos vasos mezcladores de los genomas virales permitiendo que los virus de las aves se crucen con los que provienen de los humanos. De esta manera, siempre existe la posibilidad de que se combinen entre sí y surjan nuevos virus patógenos para las personas.

Una vez que un humano fue infectado, el virus tendrá chances para sobrevivir y expandirse si logra ser transmitido antes de morir. En poco menos de un año la enfermedad puede llegar a cada una de las partes del globo habitada por humanos. Inmediatamente después de su aparición, el nuevo virus influenza genera el mayor daño en muertes y afectados que tiene capacidad de realizar, de acuerdo a su propia composición genética y dependiendo en parte de las condiciones externas. Después de ese contacto inicial, cada nuevo invierno, el virus se encontrará con un número cada vez mayor de individuos resistentes, por lo que la enfermedad que produce será cada vez más atenuada. Tanto que es probable que alguna vez desaparezca del globo. Sin embargo, debido a la mezcla entre nuestras actividades productivas y el azar, probablemente para ese tiempo emerja una nueva variante viral y se repetirá el ciclo.

(*) Mario Lozano es Director del Departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional de Quilmes e investigador del CONICET.

Publicado con autorizacion del departamente de prensa de la UNQ.

Última modificación ( 20.10.2005 )
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