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Mitos y verdades sobre los agentes que pueden originar el cáncer
Escrito por Administrator
10.05.2005
Tabaquismo, alcoholismo y malos hábitos alimentarios se ocultan tras la
máscara de una de las enfermedades más temidas e investigadas. Qué hay
de cierto en las tradiciones del saber popular.
La angustia que
acompaña al diagnóstico de cáncer suele conectarse con la obligación de
afrontar el combate con un enemigo misterioso. El desconocimiento
absoluto del enemigo –y lo que es aún peor, el conocimiento erróneo o
desactualizado transmitido por el saber popular– atenta contra la
posibilidad de librar la batalla en igualdad de condiciones. Inclusive,
en una buena parte de los casos de cáncer, puede anular oportunidades
ciertas de triunfo.
Hasta hace unas pocas décadas, los
procesos que llevaban a la aparición y desarrollo de un tumor eran poco
comprendidos. Hoy se sabe que el cáncer engloba a un grupo de
enfermedades bastante variado, pero sorprendentemente similares cuando
se analizan las alteraciones moleculares y celulares que las provocan.
Con frecuencia, los agentes que causan cáncer –denominados
carcinógenos– llegan en el aire que respiramos, en la dieta que
consumimos y bajo la forma de radiaciones. Pero la naturaleza de la
exposición a estos agentes es lenta y sostenida, como la gota que
horada la piedra. Aunque pocos lo imaginen, los casos de cáncer
relacionados con el tabaquismo, el alcoholismo y los hábitos dietéticos
perjudiciales, suman en conjunto más del 70% del total.
De una
manera simple, puede decirse que los carcinógenos que se respiran
explican los casos de cáncer pulmonar y vías respiratorias y, en menor
medida, del aparato urinario. Se conoce que el alcoholismo está
relacionado con los cánceres de la cavidad oral y el esófago -en
especial cuando se combina con el hábito de fumar-, además del cáncer
de hígado.
Cuando los carcinógenos llegan al organismo con la
dieta, se asocian principalmente con cáncer de intestino grueso y
estómago, entre otros. Las variantes más comunes de cáncer en órganos
que dependen de hormonas, como la glándula mamaria en la mujer o la
próstata en el hombre, parecen surgir de ciertos hábitos dietéticos
particulares sumados al estímulo hormonal prolongado y excesivo.
Una proporción bastante menor de cánceres guarda relación con la
exposición laboral a agentes dañinos, las radiaciones ultravioletas
contenidas en la luz solar o ciertos agentes infecciosos. Entre estos
últimos, el virus del papiloma encabeza la lista, como el causante
sobresaliente del cáncer de cuello uterino en la mujer. Los cánceres
asociados de manera estrecha con la herencia están por debajo del 10%
del total, reflejando el origen mayormente ambiental de la enfermedad.
Se sabe que las instrucciones genéticas contenidas en el ADN de cada
célula pueden dañarse con el envejecimiento. El cáncer se nos presenta
ahora como una enfermedad semejante a tantas otras, donde ciertos
agentes agreden al organismo, en este caso fomentando los daños del
ADN. Los carcinógenos actúan silenciosamente, escondidos en nuestros
hábitos de toda la vida, y el elemento agredido son los genes de las
células más expuestas.
Estas células dañadas, portadoras ahora
de mensajes genéticos equivocados, tienden a desconocer las reglas que
el organismo les impone, crecen sin control y pueden diseminarse por
todo el cuerpo. Una vez que el cáncer se ha desatado, el alejamiento de
los factores nocivos o el abandono de los hábitos perjudiciales ya no
tienen un impacto relevante en la progresión de la enfermedad. Este es
un rasgo muy característico de la enfermedad, que ratifica a la
prevención y la detección temprana como los pilares en la lucha contra
el cáncer.
Nota: Daniel Alonso es doctor en Medicina, Profesor
Titular de la Universidad Nacional de Quilmes y co-director del
Laboratorio de Oncología Molecular de la UNQ.
/ www.unq.edu.ar Fuente: Daniel Alonso, Laboratorio de Oncología Molecular (UNQ). UNQ - Prensa y Comunicación