EFECTO KIRLIAN Y CUERPO ASTRAL
Dr. Fernando D. Saraví
Cátedra de Biofísica Facultad de Ciencias Medicas Universidad Nacional de Cuyo Mendoza , República Argentina
Uno de los temas favoritos de los charlatanes pseudocientíficos es el
de la presunta existencia de un "cuerpo" energético. Este cuerpo sutil
sería, entonces, el portador de la energía vital —el prana de los
indios, el ki de los chinos, la bioenergía de los parapsicólogos— y en
cierto modo correspondería al periespíritu del espiritismo kardecista y
al cuerpo astral del teosofismo. Supuestamente, este "cuerpo" penetra,
anima y da energía al cuerpo físico, pero sobrepasa sus límites y, en
determinadas, condiciones puede proyectarse fuera del cuerpo físico,
accediendo a dimensiones desconocidas e inaccesibles para éste (1). No
todos proyectan su cuerpo astral, pero todos poseerían una aureola
luminosa; como la que se representa en torno a la cabeza de los santos,
pero alrededor de todo el cuerpo. Esta aureola, en general mal llamada
"aura" poseería cualidades de color e intensidad característicos del
estado enegético del individuo, de su condición intelectual, emocional
y espiritual. La mayoría de las personas no pueden ver la aureola de
otras, pero se dice que algunas personas tienen el don de
visualizarlas, y que otras pueden aprender a hacerlo.
Quienes afirman la existencia del cuerpo astral y de su aureola
energética pensaron que hallaban firme apoyo para estas creencias en
una técnica fotográfica descripta en 1939 por un electricista de Kubán,
en la ex Unión Soviética, llamado Semyon Davidovich Kirlian. Él observó
que si colocaba una placa fotográfica en estrecha proximidad a un
objeto sometido a un campo eléctrico de alta frecuencia y elevado
voltaje, era posible obtener la imagen de una mancha luminosa que
aparecía en torno al objeto. Contrariamente a lo que con frecuencia se
da a entender, la luminosidad en torno al objeto es usualmente
perceptible a simple vista. Las imágenes fotográficas así obtenidas se
denominaron fotografías Kirlian, y el fenómeno efecto de Kirlian. Al parecer, Kirlian sospechaba que la luminosidad o aureola observada en estas condiciones
en torno a un objeto vivo se relacionaba con el estado fisiológico de
éste, aunque, al mismo tiempo, el técnico ruso reconoció sus propias
limitaciones en cuanto a la interpretación precisa del fenómeno.
Ante todo,
debemos aclarar que la corriente necesaria para producir el fenómeno es
muy pequeña, y las elevadas frecuencias empleadas (alrededor de 100 mil
ciclos por segundo) impiden que haya estimulación nerviosa, muscular o
cardíaca a pesar de los elevados voltajes, de manera que el método es
inocuo. El único efecto biológico conocido es térmico: si hay chispas,
puede producirse una leve quemadura de la piel (2).
El pomposamente llamado efecto de Kirlian es por cierto real, pero no
puede decirse otro tanto de las desenfrenadas especulaciones a las que
ha dado lugar en algunas mentes carentes del conocimiento científico
necesario para comprender el fenómeno. Por una parte, los buscadores de
lo fantástico y lo oculto vieron en las fotografías Kirlian la
demostración patente de la existencia del cuerpo astral, el bioplasma o
la energía vital presuntamente superpuesta con el cuerpo físico. Por la
otra, vislumbraron la posibilidad de demostrar modificaciones del
"bioplasma" en diferentes estados fisiológicos y psicológicos, y
también de visualizar la energía que se intercambiaría entre los
curadores parapsicológicos y sus pacientes. A continuación veremos un
par de ejemplos en los que estas especulaciones se transmutan en "hechos científicamente demostrados".
"De
los innumerables experimentos con plantas, animales y seres humanos,
emergió una teoría. [Los científicos] decidieron que la energía que
rodeaba a los organismos vivos estaba compuesta de electrones, protones
y quizás otras partículas ionizadas y en estado de excitación. No se
trataba de un caos sino de una unidad autosuficiente, un cuerpo de
energía... Aquello podía ser la explicación científica del aura o
"cuerpo etéreo". Se especuló con la posible utilización del método para
ampliar nuestro conocimiento del universo, para el diagnóstico médico
precoz, especialmente del cáncer... y para muchos otros fines."
(Coxhead, p. 163).
Las implicaciones filosóficas [del efecto de Kirlian] eran aún mucho
más extraordinarias. Al parecer, las cosas tenían dos cuerpos: el
físico, que todo el mundo podía ver, y un segundo "cuerpo energético"
que los Kirlian veían en sus fotos [tomadas en campos eléctricos] de
alta frecuencia. El cuerpo energético no parecía ser sólo una radiación
del cuerpo físico. El cuerpo físico parecía reflejar lo que
estaba ocurriendo en el cuerpo energético... Fatiga, enfermedad,
estados mentales, emoción, todo deja su impronta definida en el modelo
de energía que parece circular continuamente a través del cuerpo
humano." (Landsburg, p. 121)
En general, los abogados de la salud holística, los ocultistas y los
divulgadores poco serios de lo curioso afirman o insinúan las
siguientes cosas acerca de las aureolas observadas en las fotografías
de Kirlian:
1. Que se trata de un descubrimiento por completo original, sin precedentes en la ciencia occidental.
2. Que es característica exclusiva de los organismos vivos.
3. Que varía predeciblemente con los estados fisiológicos y psicológicos.
4.
Que permite conocer si dos personas son "compatibles" o no lo son,
según si sus aureolas puedan superponerse en una foto Kirlian.
5. Que el aura de un objeto vivo perdura intacta aunque al objeto le falte una parte.
6. Que el aura es una propiedad intrínseca del organismo vivo.
7. Que tiene trascendental importancia como herramienta de diagnóstico médico.
Todas y cada una de las siete precedentes afirmaciones son falsas. A continuación las comentaremos una por una.
1. El fenómeno de Kirlian no es un hallazgo original. Se trata de un caso particular de descarga eléctrica en gases, cuyo estudio estaba avanzado ya a fines del siglo XIX. A la temperatura ambiental, existe en un gas cualquiera —incluso el aire—un número ínfimo de iones o partículas con carga eléctrica neta
(positiva o negativa). La enorme mayoría de las moléculas que
constituyen el gas tienen exactamente igual número de cargas positivas
y negativas, de modo que unas y otras se equilibran exactamente; por
eso, las moléculas carecen de carga neta. Cuando el gas se expone a un
campo eléctrico, los iones positivos y negativos se desplazan con
velocidad creciente hacia el lado del campo de signo opuesto
(recuérdese que cargas eléctricas de distinto signo se atraen, y de
igual signo se repelen). Cuando por azar estos iones acelerados chocan
con moléculas sin carga eléctrica neta, las moléculas pueden resultar ionizadas o excitadas.
Si la energía transferida por el ión a la molécula es suficiente, la
molécula pierde un electrón (carga negativa externa) de modo que ella
queda ionizada, o cargada positivamente. Los nuevos iones a su vez se
aceleran y repiten el fenómeno (3).
Para el efecto de Kirlian nos interesa más el fenómeno de la excitación.
En él, la energía transferida a la molécula no basta para ionizarla,
pero sí para desordenar sus electrones. Cuando los electrones
espontáneamente se reordenan, devuelven la energía absorbida en el
impacto como radiaciones electromagnéticas, que en muchos casos puede
percibirse como luz visible, la cual puede también impresionar una placa fotográfica.
Así, la descarga eléctrica en gases se puede observar fácilmente en el
laboratorio con un tubo que contenga gas y una fuente eléctrica de
frecuencia variable y voltaje elevado. Las terminales de la fuente se
conectan a dos conductores llamados electrodos, entre los
cuales se produce la descarga. El resultado es muy llamativo e incluso
bello para observar. Otro tanto ocurre con el efecto de Kirlian: si la
iluminación ambiental es tenue, la aureola luminosa que impresiona la
placa es perceptible a simple vista, como un resplandor azulado (en el
aire). La única novedad consiste en producir la descarga empleando un
objeto particular como uno de los electrodos, y en fotografiar dicho
objeto durante el proceso. Sin embargo, ni siquiera esto carecía de
antecedentes:
"Ya
en 1777, el físico alemán Georg Christoph Lichtenberg describió las
huellas dejadas por chispas en el polvo de una placa aislante. A partir
de 1851, esas ‘figuras de Lichtenberg’ quedaron fijadas en la
daguerrotipia. ¡Se trataba, evidentemente, hace más de 130 años y más
de 80 avant la lettre, de la primera ‘fotografía de Kirlian’!" (Broch, p. 69)
En otras palabras, el rebautizado efecto de Kirlian era un fenómeno físico bien conocido en el siglo pasado.
2. El
efecto de Kirlian no es exclusivo de los organismos vivos o de los
tejidos biológicos, ya que puede producirse también una aureola en
torno a objetos inertes como una moneda o un papel. En el libro de
Henri Broch se reproduce la fotografía de una hoja de papel impregnada
en ácido, que presenta una aureola mucho más intensa que la de una hoja
de árbol. En breve, cualquier objeto empleado como electrodo en una
descarga de gases dará un halo de Kirlian. Este solo hecho basta para
sospechar la naturaleza física del fenómeno.
3.
No existe evidencia proveniente de estudios bien controlados que
demuestre que, en las personas, el halo de Kirlian varíe con el estado
fisiológico, mental o emocional, a menos que tal estado sea acompañado
de modificaciones en algunas de las numerosas variables físicas que
determinan las características de la descarga. Watkins y Bickel son dos
investigadores que han comprobado experimentalmente la influencia de
algunas de las referidas variables (4), y han hallado que la compleja
interacción de los factores físicos y químicos es suficiente para
explicar las diferencias entre los halos de Kirlian observados:
"Dedos húmedos, presiones variables, diferente sensibilidad del papel,
tiempo de exposición y revelado fueron los responsables de la mayor
parte de las variaciones en los halos. Concluímos que no hay
necesidad de invocar fenómenos psíquicos (parapsicológicos) para
explicar los resultados y no hay evidencia de que las condiciones
psíquicas afecten los modelos de halo." (Watkins y Bickel, 1986, p. 255).
4. La
idea de que la fotografía de Kirlian pueda determinar la compatibilidad
psicológica entre dos personas carece por completo de fundamento.
Al parecer, este disparate se originó en una interpretación errónea de
un fenómeno real, a saber: si se saca simultáneamente una foto Kirlian
de un dedo de la mano de dos personas diferentes, los halos no se
superponen. La conclusión apresurada fue que si los halos no se
superponen, las personas son incompatibles, mientras que si se
superponen son compatibles. Sin embargo, el fenómeno de falta de
continuidad en las auras tiene una explicación puramente física.
Entre los halos de ambos dedos, existe siempre una zona donde el
voltaje es nulo (cero). En esta zona no hay desplazamiento de iones y
por ello la emulsión fotográfica no es impresionada. Tan cierto es esto
que la zona de separación aparece incluso entre objetos inertes (v.g.
dos monedas) e incluso entre dos dedos de la misma mano, que
difícilmente sean incompatibles entre sí. ¿Cómo puede ser, entonces,
que ciertas fotos Kirlian muestren una superposición de las auras?
Simplemente porque los objetos fotografiados no se han expuesto
simultánea sino sucesivamente, de modo que sus halos no se han interferido entre sí.
5. La noción de que el halo conserva intacta su forma aunque al objeto se le corte un pedazo se originó, curiosamente, en una
fotografía Kirlian de una hoja vegetal. Sobre esta base experimental
tan sólida, los entusiastas de lo paranormal se apresuraron a proponer
que la persistencia del "aura bioenergética" podía explicar los
llamados dolores del miembro fantasma que sufren algunos amputados. En
pocas palabras, el cuerpo astral permanecería intacto a pesar de la
mutilación del cuerpo físico.
De manera menos romántica pero más fundada, los neurólogos explican el
fenómeno como sigue: tempranamente en la vida, aprendemos a reconocer
de qué parte del cuerpo proviene un estímulo. Debido a las conexiones
de los nervios que llevan la información sensorial al cerebro, cuando
alguno de estos nervios es estimulado en cualquier parte de su trayecto
(por ej., eléctricamente), la persona tiene la sensación de que el
estímulo fue aplicado en la zona del cuerpo de la cual proviene el
nervio. Por lo tanto, la irritación de las fibras nerviosas seccionadas
durante la amputación origina sensaciones que se perciben
subjetivamente como si proviniesen del miembro faltante. El profesor Robert F. Schmidt lo expone claramente:
"La conciencia de la disposición espacial de nuestros cuerpos está
firmemente arraigada en nosotros de un modo sorprendente... Considere,
por ejemplo, el hecho de que después de la amputación parcial o
completa de un miembro, la gran mayoría de los pacientes siente aún el
miembro faltante por largo tiempo, a menudo por el resto de su vida. La
ilusión es con frecuencia tan convincente, que el paciente experimenta
su miembro fantasma más íntimamente que el [miembro
contralateral] restante... A menudo ocurre que aparecen sensaciones
somatosensoriales en el miembro fantasma. Desgraciadamente, muchas son
desagradables. Hay ocasiones en que el dolor del miembro fantasma es
tan intenso que es difícil de aliviar terapéuticamente, y se torna una
carga pesada o aun insoportable para el paciente." (5).
Por
supuesto que nadie ha demostrado que el halo de Kirlian persiste en un
amputado, cosa rara si se piensa en la enorme trascendencia que tendría
tal demostración. Los que creen en el bioplasma se contentan con
mostrar su hojita con un trozo faltante y un halo completo. En
realidad, puede aparecer un halo débil en la zona dañada si la placa sobre la cual se apoya la hoja para fotografiarla queda impregnada de polvo o humedad.
Se trata de un artificio producido por malas condiciones
experimentales. El famoso efecto del trozo faltante no ha podido
reproducirse en condiciones bien controladas.
Por lo demás, la hipótesis paranormal es incoherente en sí misma. En efecto, si es el organismo vivo el que retiene la bioenergía, y el "cuerpo astral" queda intacto tras la mutilación del cuerpo físico, entonces es la planta completa y no su "hoja amputada" la que debería conservar el halo.
6. Por lo que antecede, el lector sagaz se habrá percatado de que el halo Kirlian no es
una propiedad intrínseca de la materia en general, ni de los organismos
vivos en particular. No es algo que esté en torno a nosotros de manera
invisible; es un fenómeno de laboratorio que requiere una fuente de
energía eléctrica externa al objeto. Es tal fuente la que origina el
campo eléctrico variable que ioniza el aire. Sin un campo eléctrico variable no hay halo de Kirlian.
Por lo tanto, dicho halo no se debe a ninguna energía propia de los
objetos vivos o inertes. Este solo hecho basta para derribar la
compleja torre especulativa sobre la supuesta demostración del cuerpo
astral.
Huelga decir que lo dicho no niega en modo alguno la existencia de
fenómenos eléctricos en los seres vivos, un tema de activa
investigación en biología y medicina. Estos fenómenos tienen escasa
amplitud —milésimas de voltio— y generan corrientes del orden de
microamperes. Los mecanismos que los generan son bastante bien
conocidos (6), y nada tienen que ver con el concepto mágico del
bioplasma o el cuerpo astral. Tales fenómenos bioeléctricos
virtualmente son incapaces de producir efecto alguno fuera del
organismo, debido a su ínfima potencia. De hecho, su registro en la
superficie del cuerpo requiere considerable amplificación:
electrocardiograma, electroencefalograma, electromiograma.
7.
Nuestro último comentario sobre el efecto Kirlian concierne a su
potencial uso en medicina como técnica diagnóstica. Tras las cinco
décadas transcurridas desde su descripción, no se ha encontrado
siquiera una aplicación demostrable en el diagnóstico médico.
Esto resulta muy curioso, en especial si se considera que métodos
inventados mucho después han demostrado en pocos años su real y enorme
valor diagnóstico: ultrasonografía, tomografía computada con rayos x o
radioisótopos, resonancia nuclear magnética. En cambio, la fotografía
Kirlian sigue siendo una curiosidad de laboratorio sin más utilidad que
la de servir de combustible al charlatanismo pseudocientífico y a las
especulaciones ocultistas.
NOTAS
1. Además de los escritos teosóficos, la obra clásica sobre el cuerpo astral es la de Sylvan Muldoon y Hereward Carrington, La proyección del cuerpo astral (6ª Ed., Kier, Buenos Aires, 1987). Véase también la fantasiosa obra de Juan Pistarini, Biosinergia, maravilla de Acuario (Lumen, Buenos Aires, 1991).
2. Para más detalles puede leerse mi artículo Seguridad eléctrica: aspectos de interés médico, Revista de la Asociación Médica Argentina 101 (5-8): 36-42, 1988.
3.
El conocido contador de Geiger-Muller es un detector de radiaciones
ionizantes que se basa en este fenómeno. Consiste básicamente en una
cámara con gas a baja presión, en la cual se aplica una elevada
diferencia de potencial. Cuando penetra en la cámara una radiación
capaz de ionizar el gas, se produce un efecto de avalancha: en su
acelerado desplazamiento hacia los electrodos, los iones producen más
iones. La radiación se detecta entonces como un breve pulso eléctrico.
4.
Sin ser exhaustivos, mencionamos algunos de los factores a tener en
cuenta para que el lector aprecie la complejidad que tiene una
interpretación seria de este fenómeno físico:
1º, las características del campo eléctrico aplicado: diferencia de
potencial (voltaje), frecuencia y forma de los pulsos, geometría del
campo producido, etc.
2º, las características del soporte empleado y la presión que se ejerce
sobre la muestra (cuando ésta se mantiene apretada contra el papel
fotográfico).
3º, la forma de la muestra a fotografiar, su composición química, su
conductividad eléctrica y la del medio que la rodea, lo cual a su vez
depende de la presión, humedad y temperatura, y
4º, las características de la película fotográfica empleada, el tiempo de exposición y el revelado.
5. Fundamentals of sensory physiology, (Springer-Verlag, Berlin, 1978, p.100).
6.
A través de las membranas que rodean las células existen diferencias de
potencial eléctrico, que en ciertas células varía con el estado
funcional de ellas. En particular, las señales nerviosas se transmiten
como ondas eléctricas que se propagan sin disminuir su amplitud a lo
largo de la fibra. La actividad muscular esquelética, visceral y
cardíaca se acompaña de cambios eléctricos. En algunos casos la
perturbación eléctrica y magnética es suficientemente intensa como para
ser registrada en la superficie del cuerpo. Esto es más sencillo en el
caso del corazón, aunque también se hace rutinariamente con el cerebro.
Sus respectivos registros eléctricos se denominan electrocardiograma y
electroencefalograma. Todo desplazamiento de una carga eléctrica hace
variar el campo magnético, pero tales variaciones son más difíciles de
registrar; véase David Cohen, Supplement on Magnetocardiography, Journal el Electrocardiology 9 (4): 397-432, 1976, y Riita Hari y Olli V. Lounasmaa, Recording and interpretation of cerebral magnetic fields, Science 244: 432-436, 1989.
Por lo demás, todos los procesos de crecimiento, reparación y
regeneración, tanto en plantas como en animales y personas, se
acompañan de modificaciones en la actividad eléctrica, y existe
evidencia de que la modificación de tal actividad eléctrica puede
favorecer o perjudicar el proceso. Sobre el tema puede verse mi
artículo Efectos de la electricidad en procesos de crecimiento, regeneración y reparación: datos básicos y aplicación clínica, La Prensa Médica Argentina 71: 747-760, 1984.
Aunque todos estos fenómenos no se comprendan por completo, sus bases
biológicas y físicoquímicas son conocidas, y nada tienen que ver con
presuntas energías cósmicas como algo superpuesto a los procesos
biofísicos. Por lo demás, la magnitud de tales fenómenos es pequeña, y
sus efectos fuera del cuerpo son despreciables.
BIBLIOGRAFIA
Broch, Henri: Los fenómenos paranormales: Una reflexión crítica. Crítica, Barcelona, 1987, p. 65-75.
Coxhead, Nona: Los poderes de la mente. Martínez Roca, Barcelona, 1980, p. 161-168.
Landsburg, Alan: En busca de fenómenos extraños. Plaza y Janés, Barcelona, 1983, p. 113-126.
Watkins, Arleen y Bickel, William S.: A Study of the Kirlian effect. Skeptical Inquirer 10 (3): 244-257, 1986.
Watkins, Arleen y Bickel, William S.: The Kirlian Technique: Controlling the wild cards. Skeptical Inquirer 13 (2): 172-184, 1989. |