Febo asoma y falsos daños visuales |
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Escrito por Mariano Moldes
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24.04.2005 |
Muchos legos evitan mirar los eclipses de sol, o sólo lo hace
protegiendo sus ojos. Alegan que este fenómeno celeste puede ocasionar
daños visuales severos. Ahora bien -previsiblemente- cuando se les
pregunta sobre el carácter y la etiología de dichos daños, descubren
que no tienen idea.
Simplemente, toman la precaución haciéndose
eco de recomendaciones que alguien, a su vez, les transmitió a
ellos.Recordemos que son legos: cualquier solvencia resulta inexigible
en su caso. Pero mucho peor es el caso de los especialistas. Muchos de
ellos aplican la ecuación (nunca validada): (LEGO + TEMOR) × IGNORANCIA = SUPERSTICIÓN
y la precaución ante el eclipse se archiva junto a la aprensión a mezclar sandía con vino.
Otros
facultativos admiten su ignorancia. Pero siguiendo una rancia tradición
argentina intensificada en tiempos del Proceso, la admiten in pectore.
Para afuera, eluden la pregunta, con lo que creen dejar a salvo su
autoestima, pero dejan a la audiencia irremediablemente confundida.
¿¿¿QUÉ PASA, ENTONCES, CON LOS ECLIPSES???
Ud. está de suerte: contestaremos su pregunta.
Los eclipses solares SÍ SON RIESGOSOS PARA LA VISTA. Aunque su amigo o
pariente no pueda explicarle el porqué, hace bien en tener cuidado.
Paso a explicarle el mecanismo.
La retina es una membrana que tapiza
el fondo del ojo. Contiene los receptores que permiten captar la
información visual, que es derivada al cerebro vía el nervio óptico.
Sin retinas sanas, nuestros ojos son inútiles. La radiación
ultravioleta que acompaña a la luz solar visible puede dañar nuestras
retinas del mismo modo en que daña nuestra piel.
Para peor, las retinas:
1) son mucho más sensibles a esta radiación que la piel, y
2) no pueden regenerarse.
Afortunadamente,
durante una exposición normal al sol, nuestros sentidos protegen a
nuestros ojos de una exposición que podría ser dañina para nuestras
retinas. La fuerte intensidad de la luz solar pone en marcha un reflejo
que nos lleva a voltear la cabeza (de más está decirlo, no es nada
recomendable forzar ese reflejo) y hace que nuestro iris se contraiga
hasta dejar a nuestras pupilas del tamaño de una cabeza de alfiler. Es
decir: la luz visible funciona como indicador fisiológico de niveles
peligrosos de radiaciones no visibles.
Durante un eclipse, sin
embargo, la sombra de la Luna bloquea total o parcialmente el disco
solar, lo que produce un oscurecimiento general y deja al Sol deslucido
y con un aspecto inofensivo.
Engañosamente inofensivo: los niveles
de radiación ultravioleta siguen siendo lo bastante altos como para
dañar nuestras retinas, mientras que la señal de alarma para nuestros
sentidos -una fuerte luz visible- temporariamente desaparece.
El
eclipse solar es peligroso porque es como una ventana durante la cual
nuestra fisiología queda con la guardia baja. El hecho de que los
eclipses sean raros, determinó que la evolución no haya seleccionado
mecanismos defensivos contra ellos.
Las precauciones más
recomendables son evitar mirar el eclipse con el ojo desnudo. Si se
desea observarlo, deben utilizarse anteojos de sol expendidos en
ópticas, fabricados para bloquear la radiación ultravioleta. Dicho sea
de paso, el daño visual ocasionado durante la corta exposición a un
eclipse solar, es el mismo mediante el cual puede derivarse un daño
crónico del uso de anteojos de sol de baja calidad, como los que se
venden en puestos callejeros o en negocios "todo por 2 pesos". Estos
dispositivos bloquean la luz visible pero dejan pasar la peligrosa luz
ultravioleta, cuando no hay contracción del iris ni reflejos para
proteger nuestros ojos.
Bueno, ASALUP ha cumplido. Eso sí: sandía con vino, toda la que quiera...
Mariano Moldes |
Última modificación ( 24.04.2005 )
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