Ladislao Vadas, pensador,
naturalista y escritor ensayista, autor de “La esencia del universo”,
“El origen de las creencias”,“Razonamientos ateos”, Buscando a Dios”,
“Elmundo ficticio” y otros libros.
Leamos esto : “Si la angina comienza en la amígdala izquierda se recetará Mercurius bio-iodatus. Si la amígdala derecha es la primera afectada, se dará Mercurius proto-iodatus acompañado de Lycopodium (una hierba)1. Cuando el clima aparece frío y seco y aparece la tos corresponde administrar al paciente Acónito, Nuezvómica o Hepar sulphur, pero cuando el tiempo es frío y húmedo se recetará Dulcamarao Rhus toxicodendron” 2
Preguntas:
¿Es esto científico? ¿Se aplica aquí elcriterio objetivo? ¿O más bien
subjetivo? ¿Fruto de la investigación o más bien de creencias
infundadas?
Sigamos:
Los prosélitos del Dr. Hahnemann, quien a comienzos del sigloXIX fijó
los principios de la homeopatía, poseen lamanía de aplicar motes
vegetales extraídos muchos de la nomenclatura linneana de género y
especie, y de minerales y animales, a sus pacientes según sus
comportamientos.
Asídicen que “nux vómica”y “Pulsatilla”duermen de espaldas, con los brazos cruzados por encima de la cabeza. Cinco personas duermen boca abajo: “Belladonna”,“Byronia”, “Colocynthis”, “Madorrhinum”y “Stramonium”.
“Rododendron”cruza las piernas. “Sulphur” buscasitios frescos de la cama. El niño “Medorrhinum” duerme en posición genupectoral (plegaria mahometana)3.
En la interpretación de los sueños, los homeópatasno son menos
fantasiosos, a la manera de Freud, y dicen que: lossueños de agua son
característicos de los síntomasde retención de agua como les ocurre a
los que padecen deinsuficiencia cardíaca y corresponden a Naja y a
Crótalus (serpientes Cobra y de Cascabel, respectivamente), “Cactus”y “Digitalis”.
(Quizás aquícomo terapia sólo se salvan la digital que contiene
ladigitalina utilizada en cardiología y el Cactus Grandiflorus,pero mas
adelante veremos cómo se invalida esta acción por causa de las
diluciones homeopáticas).
Porsu parte a los psicóticos que tienen malas relaciones con elagua,
una deficiente distribución orgánica y especialsensibilidad a la
humedad ambiente, corresponde “Thuja”(una planta) y “Natrum sulphuricum”.
Los sueños de fuego son propios de justicieros, poseedores decierta
agresividad, que se valen de la noche para realizar aquelloque no
pueden durante el día.
Untal “Hepar sulphur” es
el que concurre alos templos con el fin de nutrirse de las llamas de
las velas y setrata de un pirómano a carta cabal. Las personas de
carácter apático y que padecen de ansiedad, también sueñancon fuego, y
en este caso el señor “Anacardiumorientale” (anacardo oriental, una planta) y el señor“Hepar sulphur” son
indolentes durante eldía, pero de noche su impulso justiciero se revela
en forma desueños de fuego que contrastan con la pasividad del día. Don
”Kreosotum” (creosota) es víctimade quemaduras en las encías y sueña también confuego.
Lossueños sobre la muerte rondan a la señora “Lachesis”y es natural que así sea, ya que Lachesises
el nombre de una gran serpiente americana cuya mordedura es mortaly
lleva precisamente el nombre de una de las tres parcas (Lachesis,Cloto
y Atropos), a quien se atribuía la facultad dedeterminar la duración de
la vida de los seres humanos.
Los “fosfóricos”, inquietos, sueñanfrecuentemente con ladrones y
aquellos que han sufrido traumatismoafectivo y se ven sumidos en la
desdicha e inseguridad, seránliberados gracias a las dosis de “Árnica”.
Loss ueños amorosos corresponden a “Nux vómica”(nuez vómica), y los obsesos sexuales y que sufren de ardoruretral, a “Sathisagria”.
Encuanto a los niños, “calcárea carbónica”es un gran comilón, que pasa noches agitadas y se despiertafrecuentemente. “Kali bromatum”, “Coffea”,“Ignatia”, se e impresionan por las imágenesde la televisión. El niño “Pulsatilla”es afectuoso y requiere ternura.
Todo esto surge del “key-note”. ¿Qué es el key-note en homeopatía? Es la
clave que conduce aldiagnóstico. Una vez identificado el signo
(Lachesis,Agaricus, Anacardium etc.) específico de cada paciente,
se receta el medicamento que se convierte en el “remedio”del individuo
portador de este signo. En otros ejemplos, el que no tolera ver un
cuadro torcido se le receta “Argentumnitricum”.
Alniño que escribe mal y con tachaduras se le da “Agaricus”. Si alguno tiene miedo de que se le acerquen, se le da “Árnica”. Al que siente deseos de matar hay que administrarle “Mercurius”.Si confunde presente con pasado, necesita “Cicutavirosa”.
Si un señor llora cuando oye un discurso, es “Cuprum”,y hay que administrarle cobre para que se calme. Don“Ignatia” (haba de San Ignacio), puededigerir piedras pero no un yogur. El señor “Plumbum”(plomo) teme que lo asesinen o lo envenenen. La señora“Sepia” (un animal marino) se peina con laraya al medio. “Natrum carbonicum” llora cuando escucha un piano. “Alumina”
siente fobia por la sangre o ante los instrumentos cortantes como
cuchillos y hasta se dice que puede cometer un asesinato, y
asísucesivamente...4
Cuando el homeópata detecta estos signos que denuncian el problemadel
paciente, ya sabe que remedio tiene que recetar. Como se ve, esfácil.
Sólo se requiere una buena memoria o uncompleto vademécum o “key-note”.
Todas estastonterías no son otra cosa que fruto de la imaginación,y la
pauta para condenar tan radicalmente esta práctica, enparte herbolaria,
en parte química, nos la da el hecho de quela homeopatía utiliza
diluciones infinitesimales en lapreparación de sus brebajes.
Vemosen sus preparados la presencia de terribles venenos como el
arsénico,la cicuta, el acónito, la nuez vómica (que
contieneestricnina), pero como las diluciones infinitesimales de
estassustancias llegan prácticamente a ser nulas, los“medicamentos” así
fabricados no sirven para nada,a así se explica que sean toleradas las
sustanciasextremadamente tóxicas.
Además,en homeopatía, las dosis de los “principios activos”(en este
caso ya inactivos) no se aumentan en proporción alpeso del paciente
como así tampoco con la gravedadsintomática, tal como se enseña en las
universidades, yesto es otra locura e inconsciencia, pues de ese modo
se entretiene alos pacientes graves con placebos, mientras el mal, que
requiere unaatención urgente o inmediata por la Ciencia Médica,continúa
avanzando. Locuras van, locuras vienen, entre estastenemos la “memoria
del agua”. ¿Qué esesto? Desafiando a la Química, se dice que “en
biología(que es una bioquímica específica) habría (sólohabría) un
“efecto molecular” ¡en ausenciade toda molécula!”.
En homeopatía se habla con todo desenfado ante la ciencia, dediluciones
atómicas y hasta subatómicas que pueden serefectivas contra las
enfermedades. Una dilución de 10 –18, (un cero, coma, seguido de dieciocholugares, es decir una trillonésima parte) es admitida comoeficaz para curar.
Además, dicen, que dos personas afectadas por la misma dolencia deben
recibirtratamientos diferentes en atención a su personalidad. Esdecir
que se atienen al aventurado axioma: hay enfermos, noenfermedades. De modo que si dos pacientes sufren de depresión,pero uno es “arsenicum album” y el otro es”Lilium tigrinus”, hay que administrarles a cadauno el remedio específico para su personalidad. Lo mismo sisufren de anginas, al señor “Mercurius”se le administrará “Mercurius solubilis”,en cambio al paciente “Hepar sulphur” se ledará este preparado, es decir de acuerdo con su personalidad yno con su enfermedad.
¿Qué dicen a todo esto los médicos “oficiales” (léaseauténticos)?
Repito, ¿es esto científico? Creoque con lo descrito como muestra, es
suficiente. Todo parte de unacreencia: en homeopatía se pretende curar
enfermos, noenfermedades. Se trata, se dice, de una medicina de la
persona encuanto individuo. “La homeopatía parte del órganoenfermo para
explorar al hombre en su identidad más íntima: las agitaciones de su
vida”
Este arte médico, dicen, supone que el remedio se adapta a laidentidad
del paciente, luego de tomar nota de todos sus síntomas,y ese remedio
se convierte en “su” remedio. Es unasuerte de estado civil médico.
Podría decirse “señorSulphure”, “señorita Pulsatilla”,
“señoraLachesis”, etc.5 Aunque los tres tengan la
misma enfermedad según los alópatas,los tres son enfermos diferentes y
hay que tratarlos con sustanciasdistintas.
Esto,tomado al pie de la letra, es evidentemente un disparate,
porquenadie puede negar que un antibiótico de amplio espectrorecetado
por la medicina clásica no pueda arrasar conmúltiples infecciones y sea
válido para todos, asíse trate de la señorita “Cyclamen”,de la señora “Sepia”, del señor“Árnica” o del niño “Magnesiaphosphorica”.
Si bien
muchos oncólogos, por ejemplo, están de acuerdo enque el mismo tipo de
cáncer puede encontrar distintos terrenospara su desarrollo, avanzar o
curar según la respuestaindividual del paciente, esto no da asidero a
la homeopatíapara exagerar a tal punto la idiosincrasia de cada
paciente comorelacionar a los caprichosos, temerosos, detallistas, a
los quetienen inclinaciones religiosas, costumbre de sentarse sobre una
solanalga, fobia a los instrumentos cortantes, etc., con
plantas,animales y minerales para preparar con estos los brebajes
adecuadospara cada caso.
Ahora bien, peyorativamente y con justa razón, ¿no se parece todo esto a
las mancias como la astrología (cada individuo pertenece a un signo; en
homeopatía cada paciente está encasillado, con su rótulo)? Parecen ser
las mismasmentalidades, tanto los que creen en la astrología y
otrasmancias como las que crearon la pseudociencia llamada
homeopatía,de homeo: semejanza o igualdad; patía: enfermedad, a partirdel Dr. Hahnemann con sus herederos que son legión hasta elpresente.
También parten de cierto esoterismo cuando nos explican el mecanismo de
lacuración. Según ellos “se obtiene respuestaorgánica si hay
‘resonancia’ entre la informacióndel medicamento y las estructuras
‘vibratorias’(¿?)del individuo” 6. ¡Claro!, lo esencial es poner en marcha armónicamentelas “vibraciones en resonancia” (¿?).
Con esto basta para curar tanto a un delgaducho que pesa sólo 50kg como
al hombretón obeso que carga en su cuerpo 150 kg. “En caso de
enfermedad, se trata de estimular el organismo con algunosgránulos.
Cuanto más aguda es la enfermedad,tanto más frecuentemente tiene que
ser la estimulación, esto es, la toma del medicamento”. En el caso de un
malcrónico se debe proceder a la inversa, dicen, las tomas diarias se
deben reducir, pero el tratamiento requerirá mas tiempo.
Enresumen, se posee una idea de que el organismo es un mecanismo
quedebe “vibrar” armónicamente, al unísono conel entorno. Si esto falla
por influencias psíquicas, como porejemplo, en una persona que entra en
conflicto consigo mismo o con elmundo, las bacterias, virus, hongos y
protozoarios patógenos atacan. Si no hay tal desequilibrio todos los
agentes patógenosson mantenidos a raya. Se tiene una fe ciega en el
mecanismoinmunológico del individuo, se acepta de buenas a
primerascierta perfección de la naturaleza, que todos estamos igualmente
equipados con defensas naturales eficientes y que todoataque patológico
surge de un desequilibrio que puede ser unapreocupación, la ambición
desmedida, la nostalgia, laansiedad y mil problemas psíquicos más.
No vamos a negar que los problemas psíquicos influyen en ciertomodo
negativamente en la eficiencia del sistema inmunológico. Un prolongado
estado de estrés puede predisponer al individuoa un ataque cardíaco.
Algunos médicos alópatas sostienen también que incluso el desarrollo de
los tumores malignos (teoría cuya demostración definitiva está aún en
pie, y creo que puede haber algo así) dedistintos tipos puede ser
frenado en su avance independiente poranticuerpos elaborados por el
organismo.
Pero hay un detalle muy serio que falsea toda generalización en
lo concerniente a defensas orgánicas. No hay que olvidar que
lanaturaleza es ciega y que a lo largo de la evolución de las especies
vivientes en base a mutaciones genéticas aleatorias,han aparecido
individuos hetereogéneos y en el aspectopatológico, tanto bien,
regularmente, como mal equipados parala defensa. Fijémonos sin más en
el problema del shock anafiláctico. Ciertas personas se sensibilizan de
tal modoante el veneno de las abejas por picaduras frecuentes que, si
setrata de apicultores, estos se ven obligados a abandonar el
manipuleode las colmenas. Otros individuos, a raíz de una
simplepicadura de una hormiga en un labio pueden producir un espasmo
deglotis. Estos, evidentemente, son errores de la naturaleza en
el sentido de respuesta orgánica exagerada frente a los agentes extraños
que penetran en el cuerpo, reacciones que pueden conducir incluso hasta
la muerte.
Lomismo ocurre con las personas en general a las que se pretende,
según el equivocado principio homeopático que endiosa a lanaturaleza,
estimular el sistema inmunológico en la falsa creencia en la respuesta
uniformemente segura. A esta se añade no tras falsas creencias: la de la
supuesta eficacia de las dilucionesinfinitesimales que nunca pueden ser
efectivas; cierta supuesta leyde los semejantes (similium) según la
cual las enfermedadesson tratadas con sustancias similares a las que
provocan, en elhombre sano, la misma enfermedad, y la que se basa en
los apodosdados a los pacientes según sus gustos o fobias, que no
tienen porqué estar asociados a cierta enfermedad, pura invencióncomo el
señor “Sulphur”, caluroso ybonachón, o la señora “Cicuta virosa”que
confunde el presente con el pasado, cual “retratos” previos que son
tomados en cuenta antes de recetar el estimulante adecuado a cada
personalidad.
Lareacción del enfermo al “medicamento”, si es que la hay, no tiene nada
que ver con que le gusten los pájaros, olas mariposas, o que se trate
de un caprichoso que no soporta que lomiren (como el niño “Chamomila”)
o que antes de toser se lleva la mano a la garganta, como lo hace
“Arumtriphyllum”. Estos disparates son evidentes como tales. Escomo
decir que la esmeralda combate la acción de los venenos,el berilo
protege de los enemigos, la amatista aleja la tristeza, eljade sirve
para combatir las paperas, el jaspe favorece la fecundidady otras
tonterías por el estilo.
Las diluciones homeopáticas se obtienen por sucesivas divisionesde las
sustancias básicas llamadas “tintura madre”en el diluyente que puede
ser: para los líquidos, alcohol yagua; para los sólidos, lactosa. Según
la escalacentesimal se toma la sustancia activa en 99 partes de
disolvente. Así se habla de diluciones centesimales 4a(4 CH) ...9a (9CH) ...15a (15 CH)y hasta 30a
(30CH). La anotación CH significa C: centesimal y H: Hahnemann. Ahora
bien, si la dilución 9 CH corresponde a unatrillonésima, es fácil
colegir que una dilución30 CH equivale a la nada. Mas no hace falta
remontarnos a ladilución 30 CH ni mucho más. Según losbiólogos, a la
dilución 11acentesimal, no quedan mas moléculas básicas en lapreparación.
¡Desafiandoa
la nada!, los homeópatas siguen sosteniendo que el milagrosomedicamento
continúa siendo eficaz incluso en niños yanimales en la 12a dilución centesimal y aún más allá.
Esto es una locura, pues se llega al extremo de pretender curar con
lanada entrando en el terreno sobrenatural, pero por otra parte se
nosaclara el panorama cuando consideramos que ciertos enfermos
se “curan” o alivian por efecto de la persuasióna la manera de
un placebo que sugestiona al paciente. Estas son laúnicas “curaciones”
las más de ellas con sistentes en alivios pasajeros. De este modo se
puede curar conagua pura, té, almidón diluido, vinagre con azúcaro
almíbar, siempre y cuando el paciente crea recibir un eficazproducto
curativo de sus achaques generalmente de origen psíquico. (Se calcula
que un 36% de los pacientes que acuden a los hospitaleso al consultorio
médico particular, son enfermos imaginarios). Estos son los que se
alivian, los que se hacen problemas por todo ysomatizan sus
desequilibrios. Se sienten mejor y son los asiduosconcurrentes al
consultorio homeopático. Pero aquel quepadece una dolencia ¡que se
guarde, por favor, de caer en manosde quien lo va a “entretener” con
diluciones de “nada”como panaceas también de la nada, porque su vida
correpeligro!
Lo “curioso” es que en experimentos realizados con animales,las
reacciones farmacológicas con dosis altamente diluidas, nose
manifiestan. ¿Será que los gatos, perros, conejos ygallinas no le temen
al crepúsculo que agranda las cosas(Berberis), ni le tienen miedo a los aparecidos(Bromum), no son de aquellos que no pueden soportar asus amigos durante el embarazo (Conium), no son tímidosque lloran ante la menor alegría (Lycopodium.)? (Los términos entre paréntesis equivalen a laspreparaciones que según los homeópatas se debenadministrar en distintos casos).
Concluímos en que los homeópatas parecen haberse olvidado no sólode los
animales enfermos sino también de los vegetales quetambién tienen sus
patologías cuando hablan depacientes y personalidad.
En efecto, pasando al terreno veterinario, para aplicar el principio
delDr. Hahnemann habría que determinar primero el tipo depersonalidad
de un caballo, de un cocodrilo o de un canguro para soloentonces
recetarles a cada cual la dilución adecuada. ¿Obtendríamos así al
caballo “Sulphur”, al cocodrilo “Arnica” y a la señoritacangura “Pulsatilla”?
Y
en el ámbito botánico, ¿habríaque reconocer primero la “personalidad”
de un manzanopara tratar su peste, o la de la vid para atacar el oídio
(unhongo parásito) que la destruye?
Todo
esto confirma que la homeopatía es sóloun placebo (sustancia que
careciendo de acción terapéutica,produce algún efecto curativo por auto
sugestión delenfermo). ¡Señores! Creo que esta todo dicho.
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Según Jean-Pierre Willem, ¿Qué es la homeopatía?, Lidium, Buenos Aires, 1993, Pág. 78
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Véase obra citada, Pág. 78.
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“ “ “ “ 89.
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Véase en nota 1, ob. cit.. pág. 16
Véase en nota 1, ob. cit.. pág. 16
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